Me levante temprano el miércoles y vi que había dejado la televisión prendida. Antes de apagarla leí: Toma de tierras en Guernica: los ocupantes realizarán un festival para evitar el desalojo de la próxima semana. Tenía que estar ahí. Cuando se me ocurrió levantar el teléfono para llamar a un colega que me acompañe dije: NO, tengo que ir solo, así la primicia es mía. Llegué con la lengua afuera, hacía mucho calor y mi bici se había bancado bastante bien, aunque se le salieron un par de Rayos! Y a mí también. Pero el equipo de grabación estaba intacto. Como por arte de magia aparecí en una choza, había unas cuantas personas mirándome. Me dijo uno: vas a ser boleta si no te paras. Salte del colchón en el que me habían tirado cuando me desmaye, tenía muy mal olor, se me había pegado en la ropa. Cuando salí el sol me encandiló, y empecé a correr, había un perrito que me seguía y estaba lleno de pulgas. Llegué a la chozita de María Elena y ahí me calmé, le digo: dame unos mates con chuquer que recién vengo de lo del cholo y ahí son todos unos guarros, casi me roban los equipos. Hacía 3 días que estaba en Guernica y ya era amigo de casi todos menos de cholo y su pandilla. El “Festival Tierra para Vivir” tendrá grupos musicales y una serie de eventos que se transmitirán en vivo vía streaming desde el canal de Youtube “Recuperación de tierras viviendas dignas”, a partir de las 15 y de manera presencial, llevarán a cabo en la plaza del barrio La Unión la segunda asamblea de “Mujeres y disidencias en la recuperación de tierras de Guernica”. Era el evento más importante de mi vida, aunque estaba un poco cagado de agarrarme COVID o algo peor (no sé qué podría ser eso) estaba feliz. Había ejercido el derecho a la información para otros y esta vez iba a ser de lo mejor. Salí el miércoles y era sábado, los mates de María Elena eran lo más, tenían de esos yuyos que no le sabes el nombre, también fumamos de otros yuyos y estábamos muy alegres. De pronto María Elena me dice: ¿Vos tenés casa? Abrí grande los ojos, era obvio que sí, y dijo: acá a unos kilómetros van a hacer un country, vos vivís en un country? Volví a abrir los ojos. Parecía más un efecto de los yuyos que mi impresión de decirle que sí. Se nos fue la risa. Mi trayectoria me precedía, con una carrera acaudalada de dinero y mi bici, siempre sentí que era yo. Pero cuando esa persona que compartía conmigo mates como si me conociera de toda la vida me miró con ojos tristes, me di cuenta que mi individualismo ahí no servía de nada. La despedí y me fui con mi equipo a la entrada de la toma de tierras de Guernica. Los artistas empezaron a llegar y encendí mi cámara. Sentía la melancolía de María en mi nuca, era la primera vez que no era frívolo con una noticia, y también solo en ese momento, me merecía la paliza que me habían prometido antes. Cuando todo termino di mi mirada “periodística” al respecto. Pero merezco llamarme ser humano si vuelvo a ese country careta que seguro fue armado después de un incendio “accidental”. Entre el porro, el golpe, los mates, la mirada de una mujer y la cámara ya no había secretos. Yo me sentía un okupa de mi propia causa, de mi tierra.
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Sobre la Autora

Paola Conde Galeano
Edad: 34 años.
Carrera profesional: Técnica en Producción y Realización en Medios. Actualmente trabajando en colaboración Con la web Cultural Kashmircultura y La Confederación de Deportes de la Provincia de Córdoba. Desde muy pequeña tuve admiración por las palabras, la literatura y la narrativa.