Opinión
Ética a Nicómaco es el nombre dado a la obra más conocida de Aristóteles sobre ética, escrita en el siglo IV a. C. Se trata de uno de los primeros tratados conservados sobre ética y moral de la filosofía occidental. Este escrito juega un rol importante en la definición de la ética aristotélica y consiste en diez libros. El tema de la obra es una cuestión socrática previamente explorada en las obras de Platón, sobre cómo deben vivir los hombres.
Aristóteles sostuvo lo que hoy se llama una ética de las virtudes, siendo las virtudes más importantes las del alma, principalmente las que se refieren a la parte racional del hombre. La ética para Aristóteles es además, una cuestión más práctica que teórica, basada en el hábito y la costumbre. En otras palabras, no se trata solo de una contemplación del buen vivir, sino que también apunta a crear un buen vivir.
La obra abarca un análisis de la relación entre el carácter y la inteligencia con la felicidad. Constituye uno de los pilares fundamentales del pensamiento occidental acerca de la moral y la buena vida sobre los que posteriormente se erigió la ética occidental.
Al inicio del segundo libro de su Ética, Aristóteles señala que la virtud moral es el resultado del hábito o costumbre, de manera que las buenas costumbres conducen a una buena vida, es decir, una vida feliz. De acuerdo con este filósofo, no nacemos siendo virtuosos; por ejemplo, no nacemos con la virtud de ser excelentes lectores, pero podemos cultivar las virtudes y perfeccionarlas mediante la práctica constante, de modo que podemos volvernos excelentes lectores si desarrollamos la costumbre de leer con frecuencia.
La manera habitual en que comemos, dormimos, hacemos el amor, jugamos a las escondidas y tomamos mate se puede definir como “costumbres”. Pero, ¿qué es aquello a lo que queremos o “deseamos” acostumbrarnos? Una tarde de viernes me senté en la silla donde mi hijo había estado hacia unos minutos, para hablar con su psicóloga. Fue una de esas conversaciones en la que llegas a conclusiones más que obvias. Él se encuentra en un momento que debe desarrollar su parte lúdica, cambiar sus hábitos Parte que, claramente todos desarrollamos en algún punto de nuestras vidas. Mi hijo tiene 10 años, y jamás pensé que para él sería difícil jugar o divertirse. De hecho creo que yo también deje de hacerlo en un momento, sobre todo por los tiempos que corren, que justamente corren, en vez de transcurrir, nos aceleramos, nos ponemos en la carrera de hacer esto o lo otro, siempre corriendo. Mi juego preferido cuando era chica y contra todos los pronósticos eran las muñecas Barbie, y personalmente no me molesta decir que los juegos de rol (como le dicen ahora) era el de cocinar.
En mi casa se toma mate amargo, en mate de madera. Porque en Buenos Aires nos acostumbramos así. Acá en Córdoba conocí el mate dulce con edulcorante. Mis raíces aunque no lo quiera son otras, y si una amiga me invita a su casa y tiene mate dulce acepto amablemente.
También podemos pensar en esas costumbres de hace varios años, pero que no entiendo mucho. ¿Cómo les irá a los que venden porteros o timbres? Ya nadie golpea la puerta o toca el timbre. Te mandan WhatsApp, y pretenden que si estás en una reunión social o familiar estés con el celular en la mano. Bastante risorio. Obvio que suena ridículo pero es lo que hacemos ahora que pasamos tres cuarta partes del día con un teléfono inteligente en la mano. Y ni hablar de avisar que te quedaste sin papel, un grito desesperado es lo que espero, no que me mandes WhatsApp.
Sin meternos en el área de ventas o charlas escatológicas. Contemos lo real, mi profesor Adrián, escritor groso si los hay, nos hablaba de dos niños de su clase de dibujo que se juntaban a charlar de manera virtual. Y ahí entran las nuevas costumbres, ¿qué acaso las nuevas generaciones son esa ciencia ficción que veíamos en las películas o en dibujos como los supersónicos? Relaciones virtuales. Lejanía. Costumbres perdidas en el tiempo, en compañía de infecciones extrañas y cero despedidas.
No son las certezas del miedo de morir, no es la falta de juego, la falta de tolerancia por gustos y preferencias de aquello con lo que quiero jugar. Es la propia voz interior la que no habla, se ha callado, solo para que la tapes aún más con costumbres que ya no son ricas, que te llenan un vacío con cosas que no queres. Muy club de la pelea pero tan real como las piñas en la cara y los golpes figurativos de la vida que son ventaja en momentos decisivos.
Tomá el mate como quieras, respeta la distancia pero no aceptes la lejanía
Si te dan a elegir entre las costumbres de un pueblo u otro puedo entender que quieras mantener tus costumbres más arraigadas. Pero nadie lo hace, incluso viviendo en el mismo país. Tomá el mate como quieras, respeta la distancia pero no aceptes la lejanía. Quizás la mejor forma de jugar, es volver a las costumbres, esas que nos hacía más fuerte de manera real, ya que de nada me sirve leer una frase bonita en un muro si no puedo aplicarlo en mi vida diaria. No me mandes un meet, vamos al aire libre, a dar una vuelta en el auto porque sí. La mejor forma de no estar ausente con vos, con lo que haces, es volver a esas costumbres.

Todas estas palabras las escribí sentada en la plaza mientras tomaba mate. Y sinceramente creo en las viejas y hermosas costumbres, de gritar, desde donde sea, de escribir, de leer como antes, de ver clásicos como transpoting o los coristas. Y porque no, el rey león que es un clásico para los niños crecidos.
Entiendo los tiempos difíciles, entiendo la vida como un gran desafió del que nadie sale vivo. Por que como dice el viejo dicho italiano “Cuando el juego termina, el rey y el peón vuelven a la misma caja”.
Así que mis costumbres son mi refugio, siempre que quieras sentirte bien volvé ahí. Y no digo que todas las costumbres sean buenas, pero si se pueden buscar las más viejas y darles una cara nueva. Si no tenés hijos, pasalas a quien quieras, jamás es tarde para jugar. Acostumbrate a siempre cuestionar las nuevas maneras sociales de relación o juego. Porque no somos animales, ni somos seres plenos de luz, somos un diamante en bruto, pulí tus puntas y brilla. Que para cerrar los ojos hay tiempo. Despertá y lo oscuro que se cierne sobre vos dejara de ser la sombra rara de la rutina clasista. Animal de costumbres dicen…entonces que sean las mejores. Y las que podes pasar en vivo y directo.
Volviendo al libro Ética de Aristóteles, La corriente principal de discusión comienza en la apertura del capítulo 1, con la afirmación de que todas las artes técnicas, todas las investigaciones, todas las acciones deliberadas y la elección, apuntan hacia algún bien aparte de ellos mismos. Aristóteles señala el hecho de que muchos objetivos son realmente solo objetivos intermedios, y solo se desean porque hacen posible el logro de objetivos superiores.
Entonces se destaca claramente aquí el hecho de practicar buenas costumbres, y en ellas encontrar una felicidad que es mayor a aquella que se busca incansablemente en cosas nuevas.
Una de las tradiciones o costumbre que más me gusta es escuchar la radio, costumbre que naturalmente las últimas generaciones quizás no tienen tan arraigada por el simple hecho de que hay demasiada oferta de plataformas que nos brindan otra clase de material para asimilar de manera más fácil. Desde el streaming hasta el podcast. Pero la radio en vivo es otra cosa. Uno de los programas que escucho es el de Alejandro Dolina, “La venganza será terrible”. En una de sus emisiones habla del epistemólogo Karl Popper acerca de lo que se considera digno de constituirse y mantenerse de generación en generación, básicamente ciertas costumbres o tradiciones, algunas de ellas llamadas tradiciones científicas y sociales. En el caso de estas tradiciones sociales dice que tienen tanta importancia como las tradiciones institucionales, y puntualmente hablando de tradiciones o costumbres que llevan consigo la característica de cierta forma o regularidad, que se consideran indispensables para vivir en la sociedad. También destaca Dolina el hecho de que hay tradiciones que son la tradición o costumbre de cambiar tradiciones, esto aunque no lo crean es posible y bastante probable. Y hace la diferenciación, entre las costumbre o tradiciones y las instituciones. En donde las instituciones son más ambivalentes, las cuales quizás aquellas que se dedican a la protección de la gente, puede producir el efecto totalmente contrario. Resumiendo un poco y repasando también nuestro pasado y presente, social, mediático, político, artístico, filosófico, y la falta de inteligencia en cuanto al trato de nuestras tradiciones o costumbres, se refleja en las actividades que son el auge de una sociedad que ignora o no respeta las buenas costumbre o tradiciones. Esto es a fin de cuentas lo que nos marca como pueblo, la extinción de costumbres, desde las más pequeñas hasta las más grandes. Vale la pena cuestionar esa extinción de buenas costumbres a nivel interno, destacando los diferentes planos a los que llega la muerte de las mismas.
Subestimar la inteligencia de la gente que vive bajo buenas costumbres, con un discurso chato, y muchas veces poco claro también tiene que ver con trasgredir los derechos de la sociedad.
Las enseñanzas o experiencias adquiridas, son en gran medida el marcapaso de la población, que nos ayudan a relacionarnos de manera sana y/o productiva, definiendo así la identidad de la sociedad, su pasado, su presente y su futuro. Siempre hay allí, en las costumbres, tradiciones y en el hacer diario de las mismas, algo que si las señala como movernos en este mundo, que olvida ciertos hábitos, como el de respetar el asco que nos da la violencia en cualquiera de sus formas.
Mi hijo me espera para pintar unos dibujos de naruto o como se llame, y yo no se pintar. Pero hace tanto que no lo hago que dejo al azar lo que saldrá. Y en eso me siento yo. Y en eso la costumbre de sentirse bien, de ser feliz aparece, es, y no pretende ser.