La Pachamama somos todos

La Pachamama somos todos

El día, 1 de agosto, conmemoramos el “Día de la Pachamama”. Pachamama  es un término de origen quechua y aymara, “Pacha” significa “Tierra”, “mundo”, “universo”, “época” y Mama: Madre. La Madre Tierra es una deidad femenina reconocida, honrada y celebrada por los pueblos originarios de Sudamérica. En su divinidad nos comprende, nos nutre, nos protege y sustenta. Es fuente y dadora de vida.

Ancestralmente este día en particular oficia de oportunidad para agradecer y también para pedir, es el fin de la época seca y el inicio de las lluvias. Es una oportunidad de dialogar en reciprocidad con Ella. Las ceremonias en su honor varían y abarcan milenarias prácticas en las que, por ejemplo, le son ofrendadas comidas, bebidas y hojas de coca. En este día, nuestra Madre Tierra es nutrida por nuestras manos y, desde nuestro corazón, se le da de comer y beber.

El reconocimiento y culto a la Pachamama implican considerar la condición vital humana de un modo particular. Como destacara José María Arguedas en 1966:

“El niño que nace y crece en un mundo en que la vida humana está relacionada y depende de la vida consciente de las montañas, de las piedras, insectos, ríos, lagos y manantiales, se forma considerando el mundo y su propia existencia de una manera absolutamente diferente que el niño de una ciudad, en que sólo el ser humano está considerado como animado por un espíritu (…) El psicólogo, el educador y el antropólogo, y cualquier persona que tenga capacidad de discernimiento suficiente, comprenderá cuan “dramática” es la situación de este niño. Está en medio de dos corrientes que tratan de envolverlo por  medios igualmente poderosos: la que le muestra el  mundo como algo viviente, en el cual el ser humano es sólo un elemento predominante, pero no absolutamente dominador sino subordinado  a la voluntad o fuerza  de otros mayores (ríos, montañas, precipicios, ciertos insectos, las plantas alimenticias) y se siente, por tanto, en un universo maravilloso que vibra en toda la naturaleza del ser humano, del mismo modo como el hombre infunde su mirada, su ser en las cosas, hasta formar una parte de cuanto encuentra en el cielo y en la tierra; y la otra corriente, que le induce, muy persuasivamente, a comprender que el mundo es sólo un conjunto de elementos que están regidos por leyes, que son objetos cuya relación entre sí y, con el hombre pueden ser modificados tanto más cuánto mejor conozca el hombre las leyes que rigen dichos elementos. Que sólo el hombre tiene espíritu; que  el  río  es  una masa de agua que se arrastra por la fuerza de  la gravedad, que el hombre es el único ser capaz de razonar y modificar, no sólo a la naturaleza externa, sino su propia naturaleza”.

Desde tierras argentinas, muchos artistas desde su profunda sensibilidad han plasmado en su obra una ofrenda a esta inmanente relación con la Pachamama. Eminencias como Atahualpa Yupanqui o Mercedes Sosa son algunos de ellos. Seguidamente, compartiremos algunas piezas memorables y otras que surgen de tiempos actuales, desde otros rincones del mundo.

 
 
 EL RUEGO
 (Atahualpa Yupanqui)
  
 ¡Pachamama...!
 Lastimao de ausencias
 h'i llegao al abra,
 rigoriao de soles,
 curao de distancias.
  
 No vengo a pedirte
 nadita pa' mí;
 vengo por los pobres
 que viven aquí...
  
 Por tata Sandalio,
 por Cháuqui, por todos
 los que te han servido
 de cualisquier modo.
  
 Por la mama Rosa
 que es igual que vos:
 vejez y silencio,
 piegra y corazón.
  
 ¡Pachamama...!
  
 Magre de los Cerros,
 ¡ayúdamelos...!
 Que todas sus penas
 las reciba yo...
  
 Yo que no soy nada,
 nada más que senda.
 Yo, que soy un sueño
 lastimao de ausencias.
  
 Yo que sólo vivo
 pa' andar y sufrir,
 que no tengo casa,
 campos, ni maíz.
  
 ¡Pachamama...!
 ya se va la tarde,
 yo voy a seguir.
 ¡Te dejo este ruego
 pa' que nunca sufran
 los pobres de aquí! 
 
 
 DESTINO DEL CANTO
 (Atahualpa Yupanqui)
  
 Nada resulta superior al destino del canto.
 Ninguna fuerza abatirá tus sueños,
 Porque ellos se nutren con su propia luz.
 Se alimentan de su propia pasión.
 Renacen cada día, para ser.
  
 Sí, la tierra señala a sus elegidos.
 El alma de la tierra, como una sombra, sigue a los seres
 Indicados para traducirla en la esperanza, en la pena,
 En la soledad.
  
 Si tú eres el elegido, si has sentido el reclamo de la tierra,
 Si comprendes su sombra, te espera
 Una tremenda responsabilidad.
  
 Puede perseguirte la adversidad,
 Aquejarte el mal físico,
 Empobrecerte el medio, desconocerte el mundo,
 Pueden burlarse y negarte los otros,
 Pero es inútil, nada apagará la lumbre de tu antorcha,
 Porque no es sólo tuya.
 Es de la tierra, que te ha señalado.
 Y te ha señalado para tu sacrificio, no para tu vanidad.
  
 La luz que alumbra el corazón del artista
 Es una lámpara milagrosa que el pueblo usa
 Para encontrar la belleza en el camino,
 La soledad, el miedo, el amor y la muerte.
 Si tú no crees en tu pueblo, si no amas, ni esperas,
 Ni sufres, ni gozas con tu pueblo,
 No alcanzarás a traducirlo nunca.
 Escribirás, acaso, tu drama de hombre huraño,
 Solo sin soledad …
  
 Cantarás tu extravío lejos de la grey, pero tu grito
 Será un grito solamente tuyo, que nadie podrá ya entender.
 Sí, la tierra señala a sus elegidos.
 Y al llegar el final, tendrán su premio, nadie los nombrará,
 Serán lo "anónimo",
 Pero ninguna tumba guardará su canto. 

“Vientos del Alma” Mercedes Sosa




Como parte de su álbum “Al despertar”, publicado en el año 1998, Mercedes Sosa interpretó la canción “Vientos del alma” compuesta por Fernando Barrientos y Osvaldo Montes
Desde la ciudad de Kansas (Estados Unidos), la escritora Tinne Fearn, integrante oficial de la Nación Cherokee nos comparte su diálogo con la Madre Tierra en su poema titulado “Gaia”.
"GAIA"
(Tinne Fearn)

 “Durante tu andar en mí siente mi fuerza y sabiduría,
 siente cómo late mi corazón en tu alma.
 Al despertar esta noche oirás mi mensaje de paz y tranquilidad,
 mostraré ante ti mi belleza,
 mi pasado, presente y futuro.
  
 Conoces mi calma, calidez y compasión
 para que puedas continuar compartiéndolo 
 con otros y también conmigo.
 Donde antes veías árboles, donde la gente vivía y los animales merodeaban libres,
 donde los niños jugaban respetándome. Allí, ahora tan sólo ves carteles que dicen “en venta”.
 Son pocos quienes recuerdan que destruyéndome, se destruyen a sí mismos.
   
 Cuando me haya ido, te irás conmigo. Nada puede reemplazarme”.
  
 Mientras permanecí allí,
 cerré mis ojos una vez más y regresé a la completitud del círculo: 
 al sonido de los gansos, de los perros, de los ciervos y del viento.
 Me di cuenta en ese instante que, algún día, todo retornará allí.
  
 Respeta, aprende, enseña. 

Finalmente, les dejamos “Bendita Tierra”

Canción de la agrupación mexicana de música-medicina “Luna Santa”, que en su página de Facebook han compartido una sanadora reflexión a modo de interrogante: “¿Y tú cómo eliges vivir tu paso por la tierra? ¿Escuchas a la Madre Tierra o las voces de tu diálogo interior te distraen de lo que pasa a tu alrededor?”.