José María Arguedas, escritos de la diversidad

José María Arguedas, escritos de la diversidad

28 de julio de 2021 – Bicentenario de Perú


El día, 28 de julio del 2021, Perú celebró su bicentenario. Cuna de Machu Picchu,
una de las siete maravillas del mundo; la riqueza de sus tierras, historia y tradiciones
presentan una impronta inigualable a nivel mundial.
Desde que el General Don José de San Martín y sus tropas dieron fin al
despotismo español, declarando la independencia del país andino el 28 de julio de 1821
hasta el apoyo dado por el país del antiguo imperio inca en el conflicto de Malvinas,
ambos países han compartido lazos históricos.
Epicentro de la fuerza política del Tahuantisuyo, el imperio más extenso en la historia de
la América Precolombina, abarcando en sus tiempos el sur de Colombia hasta el centro
de Chile, pasando por Ecuador, Argentina, Bolivia.
Refiriéndose a su país, el escritor, poeta, traductor, profesor, antropólogo y etnólogo José
María Arguedas (1911-1969) dijo:

“No hay país más diverso, más múltiple en variedad terrena y humana; todos los grados de calor y color, de amor y odio, de urdidumbre y sutilezas, de símbolos utilizados e inspiradores. No
por gusto, como diría la gente llamada común se formaron aquí Pachacamac y
Pachacutec, Huamán Poma, Cieza y el Inca Garcilaso, Tupac Amaruc y Vallejo,
Mariátcgui y Eguren, la fiesta del Qoyllur y la del Señor de los Milagros, los yungas de la
costa y de la sierra”.


A continuación, les compartimos dos poemas de esta eminente figura de la producción
cultural peruana quien, sin lugar a dudas, retrató de manera única las dicotomías entre la
cultura andina originaria y aquella impuesta por los españoles.

 "Temblor" 
Dicen que tiembla la sombra de mi pueblo;
está temblando porque ha tocado la triste sombra del corazón
de las mujeres.

¡No tiembles, dolor, dolor¡
¡La sombra de los cóndores se acerca!
—¿A qué viene la sombra?
¿Viene en nombre de las montañas sagradas
o a nombre de la sangre de Jesús?

—No tiembles; no estés temblando;
no es sangre; no son montañas;
es el resplandor del Sol que llega a la pluma de los
Cóndores
—Tengo miedo, padre mío.

El Sol quema; quema al ganado; quema las sementeras.
Dicen que en los cerros lejanos
que en los bosques sin fin,
una hambrienta serpiente,
serpiente diosa, hijo del Sol, dorada,
está buscando hombres.

—No es el Sol, es el corazón del Sol,
su resplandor,
su poderoso su alegre resplandor,
que viene en la sombra de los ojos de los cóndores.
No es el Sol, es una luz.

¡Levántate, ponte de pie; recibe ese ojo sin límites!
Tiembla con su luz;
sacúdete como los árboles de la gran selva,
empieza a gritar.
Formen una sola sombra, hombres, hombres de mi pueblo;
todos juntos
tiemblen con la luz que llega.
Beban la sangre áurea de la serpiente dios.
La sangre ardiente llega al ojo de los cóndores,
carga los cielos, los hace danzar,
desatarse y parir, crear.
Crea tú, padre mío, vida;
hombre, semejante mío, querido.
 

 "ODA AL JET – JETMAN HAYLLI” 

 ¡Abuelo mío! Estoy en el mundo de Arriba,
 sobre los dioses mayores y menores, conocidos y no conocidos.
 ¿Qué es esto? Dios es hombre, el hombre es dios.
 He aquí que los ríos, los adorados, que partían el mundo, se han convertido en el más delgado hilo que teje la araña.
 El hombre es dios.
 ¿Dónde está el cóndor, dónde están las águilas?
 Invisibles como los insectos alados se han perdido en el aire o entre las cosas ignoradas.
  
 Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo: no os encuentro, ya no sois, he llegado al estadio que vuestros sacerdotes, y los antiguos, llamaron el Mundo de Arriba.
  
 En ese mundo estoy, sentado, más cómodamente que en ningún sitio, sobre un lomo de fuego,
 hierro encendido, blanquísimo, hecho por la mano del hombre, pez de viento.
 Si. "Jet" es su nombre.
 Las escamas de oro de todos los mares y los ríos no alcanzarían a brillar como él brilla.
 El temible filo de nieve de las sagradas montañas, allá abajo resplandece, pequeñito; se ha convertido en lastimoso carámbano*.
 El hombre es dios. Yo soy hombre. Él hizo este incontable pez golondrina de viento.
  
 ¡Gracias, hombre! No hijo del Dios Padre sino su hacedor.
  
 Gracias, padre mío, mi contemporáneo. Nadie sabe hasta que mundos lanzarás tu flecha.
 Hombre dios: mueve este pez golondrina para que tu sangre creadora se ilumine más a cada hora.
  
 ¡El infierno existe! No dirijas este fuego volador, señor de los señores, hacia el mundo donde se cuece la carne human;
 que esta golodrina de oro de los cielos fecunde otros dioses en tu corazón, cada día.
  
 Bajo el suave, el infinito seno del "jet"; ´más tierra, más hombre, más paloma, más gloria me siento; en todas las flores del mundo se han convertido mi pecho, mi rostro y mis manos.
 Mis pecados, mis manchas, se evaporan, mi cuerpo vuelve a la dulce infancia.
 Hombre, Señor tu hiciste a Dios para alcanzarlo, ¿o para qué otra cosa?
 Para alcanzarlo lo creaste y lo persigues ya de cerca.
 cuidado con el filo de este "jet", más penetrante que las agujas de hielo terrenas, te rompa los ojos por la mitad;
 es demasiado fuego, demasiado poderoso, demasiado libre, este inmenso pájaro de nieve.
  
 Cuidado que tu hijo te envíe el latido de la muerte; la mariposa que nació de tu mano creadora puede convertir tu cabeza en cenizas.
 Oye, hombre, ¡entiéndeme!
 Bajo el pecho del "Jet" mis ojos se han convertido en los ojos de las águila pequeña a quien le es mostrado por primera vez el mundo.
 No siento temor. Mi sangre está alcanzando a las estrellas;
 los astros son mi sangre.
 No te dejes matar por ningún astro, por este pez celeste, por este dios de los ríos que tus manos eternas fabricaron.
 Dios Padre, Dios Hijo, dios Espíritu Santo, Dioses Montañas, Dios Inkarrí: mi pecho arde. Vosotros sois yo, yo soy vosotros, en el inagotable furor de este "Jet".
 No bajes a la tierra.
 Sigue alzándote, vuela más todavía, hasta llegar al confín de los mundos que se multiplican hirviendo, eternamente. Móntate sobre ellos, dios gloria, dios hombre.
 Al Dios que te hacía nacer y te mataba lo has matado ya, semejante mío, hombre de la tierra.
 ¡Ya no morirás!
 He aquí que el "jet" da vueltas, movido por la respiración de los dioses de dioses que existieron, desde el comienzo hasta el fin que nadie sabe ni conoce.
      

Para más información te dejamos una bio de Arguedas:

José María Arguedas Altamirano (Andahuaylas, 18 de enero de 1911 – Lima, 2 de diciembre de 1969), fue escritor, antropólogo y etnólogo, autor de novelas y cuentos que lo han llevado a ser considerado como uno de los grandes representantes de la narrativa indigenista del Perú y cuyo legado permitió la valoración de la cultura andina en el Perú.

Arguedas captó la realidad del país y la volcó en su obra literaria. De esta manera visibilizó las complejas culturas y diversas sociedades del Perú en el siglo XX, vinculando el mundo andino y el mundo occidental ante los constantes cambios sociales y económicos de un país semifeudal y agrario.